Bruce Chatwin (1980):
"....Con tiempo (todo en Afganistán lleva su tiempo), los afganos le harán algo terrible a sus invasores, tal vez despertar los fantasmas dormidos del Asia Central.
Pero ese día nos devolverá las cosas que amábamos: los días altos y claros, y los casquetes de nieve de las montañas; las hileras de álamos blancos cimbreándose al viento, y las largas y blancas banderolas de oración; los campos de asfódelos nacidos de los bulbos; o las ovejas de gruesa cola pululando por las montañas encima de Chakcharan, y el carnero con una cola tan grande que tenían que atársela a un carro.
No volveremos a descansar nuestras espaldas sobre los muros del castillo Rojo ni a observar a los buitres trazando círculos sobre el valle donde había muerto el nieto de Gengis Khan. No volveremos a leer las memorias de Baburen en su jardín de Istalif ni veremos más al ciego que seguía su camino oliendo los arriates de rosas. Ni nos sentaremos en la paz del islam con los mendigos de Gazar Gagh. Ni subiremos a la cabeza del Buda de Bamiyan, erecto en su nicho como una ballena varada en dique seco. No volveremos a dormir en las tiendas nómadas ni escalaremos los alminares de Jam.
Y habremos perdido para siempre los sabores: el picante, agrio y harinoso pan; el té verde aromatizado con cardamomo; las uvas que enfriábamos en la nieve fundida; y las nueces y moras pasa que mascábamos para evitar el mal de las alturas. No volveremos a oler los campos plantados de habas, el suave y resinoso olor de la madera de cedro al arder, o el resoplido del leopardo de las nieves a cuatro mil metros de altura."
"Un lamento por Afganistán" del libro ¿Qué hago yo aquí?.
El Aleph Editores 2003.
Traducción de Alberto Cardín.
No hay comentarios :
Publicar un comentario