SEGUNDO DÍA: Puerta de Jaffa Y Barrio Armenio
Mezouzah de la Puerta de Jaffa. Jerusalén |
(ENTRADA ANTERIOR: PRIMERA PUERTA: la "Dung Gate")
Esa mañana me di el gustazo de ir desde la puerta de Damasco hasta la “Jaffa Gate” a través de la ronda de la muralla que recorre la ciudad vieja de Jerusalén. El día anterior había estado en la Oficina de Turismo –situada a la izquierda de la puerta– donde me informaron de la existencia del “Rampart Walk”. Naturalmente, me saqué un ticket (16 NIS) , válido para dos días.
Ver la ciudad desde arriba, caminando sobre sus murallas, te da una primera idea de lo que es Jerusalén. Es cierto que no hay mucho espacio, incluso puede ser agobiante si te encuentras con un grupo (importante llevar agua)… pero el poder mirar dentro y fuera a la vez, te muestra un aspecto de la ciudad que no hay que perderse. Como vistas, yo prefiero las de la terraza de mi hotel (el "Ecce Homo Convent").
Atraviesas la Puerta de Jaffa por una especie de túnel en forma de codo. Dicen que construido así para ralentizar la entrada de un hipotético ejército de fuerzas enemigas. A mano izquierda está colocado el mezouzah, esta vez de madera. (Uno de los símbolos de Israel: caja pequeña de plata, metal o madera, en el que se pone un pergamino enrollado dentro. En él se escriben dos párrafos del Deuteronomio. Debe figurar en cada puerta de toda habitación ocupada.)
Nada más entrar, la luminosa y siempre animada Plaza de Omar Ibn El-Khattab, te deslumbra. Esta situada junto a las murallas de la ciudadela y de ella salen las entradas al barrio cristiano (por la izquierda) y al armenio (por la derecha). Es uno de los pocos lugares de la ciudad vieja en los que te puedes sentar en un bar con terraza o en un banco público mientras te bebes un vaso de zumo de naranja.
Entrada al barrio armenio. A la derecha: la Torre de David |
Fui directa a comprar la entrada para ver la Torre de David (Tower of David Museum), pero tuve un cabreo tonto con el encargado y me largué sin hacerlo. La entrada cuesta 40 shekkels (9€) pero, si quieres pagar en Euros (yo todavía no había cambiado dinero), solo te admiten papel y en esta ocasión no llevaba. Es curioso que acepten monedas de Euro en todos los puestecillos del barrio musulmán, pero no en los sitios oficiales y, en general, en ningún comercio del barrio judío. Ya sé que me he perdido uno de los lugares mas interesantes de Jerusalén… la próxima vez.
Continúe hacia el barrio armenio, del que no sabía absolutamente nada excepto lo que me sonaba del genocidio (casi todo por la película "El destino de Nunik"). El silencio de los libros de historia, sobre este tema, ha debido ser eficaz.
Recordé la frase de Hitler: "¿Quién se acuerda hoy de los armenios?..."
El pequeño barrio es el más oculto y tranquilo de la ciudad vieja de Jerusalén. Suele estar fuera de los recorridos turísticos de las agencias. De él solo tenía como referencia el Convento y la Catedrál de St. James, lugares de los que apenas encuentras información en el google español; y eso a pesar de que ocupan casi dos tercios de la totalidad del barrio.
Me dirigí hacia allí callejeando hasta que me di de bruces con el templo: cerrado hasta las 15,00 horas.
Por fuera es una mole de piedra blanca impresionante y de una gran belleza. No estaba dispuesta a perdérmelo... así que entré en la Taberna Armenia y pedí el menú. El lugar no es para describirlo, hay que verlo: una especie de gruta o bodega, decorada como una iglesia ortodoxa. En el menú, había una nota que decía: “From the unkind cup of history they have drunk wisdom not bitterness.".
Los precios no eran baratos, así que me pedí un plato de "tahina chickpeas" que resultó ser crema de sésamo con garbanzos (tengo que mejorar mi inglés). Con el pan de pita y una cerveza, en total: 18€... una barbaridad. Aunque se estaba bien, no volvería. Había prisas para que dejase la mesa libre y el servicio dejaba mucho que desear. Pero, vista la escasez de lugares para comer en la ciudad vieja, creo que es recomendable.
Aún tuve que esperar un rato a que abrieran las puertas de la Catedral, situada frente a la entrada del recinto amurallado del St. James Convent, al que no hay manera de acceder. Dicen que,dentro de sus murallas, hay una ciudad con residencia para más de 1.000 familias. También dicen que encierra un hospicio, escuela, imprenta, club social, conventos para religiosas y sacerdotes y, por supuesto, el "Patriarcado Armenio de Jerusalén". Pero, como ya dije: cerrado a cal y canto. https://www.seetheholyland.net/church-of-st-james/
Puerta de entrada a la Catedral de St. James |
Capilla de Santiago El Mayor en la Catedral de St. James. Jerusalén |
La entrada a la Catedral es a través de un patio porticado lleno de cruces de piedra talladas en la pared ("khatchkars"). Un buen sitio para descansar, leer o dibujar un rato si el horario te lo permitiese. El interior es impresionante... aunque no tanto como la Iglesia del Santo Sepulcro. A la entrada, un cartel te informa de las prohibiciones: nada de fotos, las manos fuera de los bolsillos y cuidarse de no cruzar las piernas cuando estés sentado en alguno de los escasos lugares en que puedes hacerlo. Lo mejor de la catedral es poder ver los oficios religiosos, ya que solo la abren durante la celebración de los mismos. Los cánticos guturales armenios, el movimiento de los oficiantes, el incienso y la luz de las velas (no hay electricidad en el templo), hace que te sientas como en el medievo. Pero de todo lo que vi, en los 30' que dura el acceso al templo, me quedo con los mosáicos. Creo que están hechos con la antigüa técnica de los artesanos armenios que trabajaban en Kutahya, en la Turquía otomana. Todavía queda en Jerusalén un taller, el de Karakashian, donde se realiza este tipo de cerámica.
Aviso: Si en lugar de meterte por St. James Street (a la izda.), sigues por la Calle del Patriarcado Armenio (la única que permite el tráfico rodado y que cruza la Ciudad Vieja), vas a atravesar limpiamente este barrio, saldrás a la Puerta de Sión y no te habrás enterado de nada.
No hay comentarios :
Publicar un comentario