(TRAMO ANTERIOR: CAMINO FRANCES: De Astorga a Sarria)
Sarria parece, a primera vista, un pueblo feo, todo él dedicado al negocio de la peregrinación, lleno de albergues y de "comederos" donde dan un pobre menú del día. No he querido volver a empezar donde acabé el año pasado (Albergue Don Alvaro) porque mantengo mi promesa de no ir de albergues a menos que no tenga otro remedio. Reservé en la Pensión O, Camiño, esquina a la Calle Mayor donde están situados todos los albergues. Cómoda, limpia y exterior. Recomendable.
La propietaria me sugirió que, para tapear, el mejor lugar era el malecón junto al río, no muy lejos de allí. Conviene pasear por esta zona, a orillas del río Sarria, donde la gente del lugar parece feliz. En ella se concentran los bares de toda la vida del pueblo. Supongo que muchos de los peregrinos lo desconocen y "mueren al palo" de los locales de la Calle Mayor, caros y desangelados. El pulpo del Restaurante Santiago, es de los mejores que recuerdo.
Al día siguiente –a las 7 de la mañana– salida hacia Portomarín, aunque yo iba a dormir en el albergue O'Mercadoiro, cinco kilómetros antes del final de etapa.
La salida de Sarria es una delicia. Se avanza hacia la parte alta donde se encuentra el mirador, adornado con un crucero. Antes de llegar al Convento de la Magdalena, regentado por los Padres Mercedarios, el camino desciende junto al muro del cementerio hasta el río Celeiro, afluente del Sarria, al que se cruza por el medieval Ponte A Áspera.
Mirador sobre Sarria |
Ponte A Áspera a la salida de Sarria |
Entramos en el Lugo profundo. Después de una buena subida entre pinos y carballeiras, llegamos a la Iglesia de Santiago (S. XII), en Barbadelo, donde se puede sellar.
De Barbadelo a Ferreiros es una sucesión de pequeñas aldeas y caseríos. Las empalizadas de piedra, con todos sus hongos multicolores, circundan los senderos. Los arroyos se sortean mediante mojones de piedra y, de tanto en tanto, un horreo se recorta entre la niebla. El olor a vaca y estiercol, que en Lugo es omnipresente, ya no nos abandonará hasta Santiago.
Hasta Morgade, a 7,5 km. de Barbadelo, no vamos a encontrar un local donde sentarse tranquilamente a tomar un café con pan recién horneado. No me detuve, pero el albergue-bar Morgade tiene una pinta estupenda y, en los blogs, hablan muy bien de su desayuno y menú del día.
A escasos 2 km. se encuentra Ferreiros con el Mesón Casa Cruceiro, donde también dan buen menú. No olvidarse de ver la Iglesia románica de Sta. María de Ferreiros(S. XII), rodeada por el cementerio y con su pila bautismal en el exterior.
En Mercadoiro –a 17 km. de Sarria y a 5 de Portomarín– estaba el final de mi etapa. Después de buscar información de hospedajes en Portomarín y, en vista de la escasez de buenos comentarios, reservé en el Albergue de Mercadoiro. Este albergue, más dedicado al bar y a la "bodeguiña" que al hospedaje, cuenta con dos habitaciones individuales, una de ellas con baño (40€ con desayuno). Fué un error: para entrar en la habitación individual hay que pasar por en medio de la sala común de literas y, además, tienen un autentico problema con la fosa séptica. No recomendable.
Intente "enmendar" mi error yendo a Portomarín por la tarde (10 km. ida y vuelta). Fué una buena decisión, aunque solo pude recorrerlo durante un par de horas.
Hay que ver Portomarín. No solo te deslumbra el inmenso cauce del Miño, que es lo primero con lo que te encuentras cuando llegas, además te espera el ascenso por la escalinata hasta la parte alta del pueblo... y los soportales y la Iglesia de San Nicolas.
Estuve merendando frente al río, en el Albergue O,Mirador. Había oido hablar de que tenía el mejor orujo y tarta de almendras de los contornos. No me defraudó.
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