Mis botas en un descanso del camino

La felicidad de leer a Dickens

19 ene 2017

Mapa del viaje que Dickens realizó por América del Norte en 1842


En enero de 1842, Charles Dickens y su esposa Catherine se embarcan rumbo a América para realizar un largo recorrido: Boston, Nueva York, Filadelfia, Washington, Virginia, Pittsburg... El escritor solo tiene veintinueve años pero ya es un escritor de prestigio y, al llegar, es aclamado como una autoridad en America. Es recibido por el Presidente en la Casa Blanca y se le facilita el acceso a cuantos lugares e instituciones tiene interés en visitar. Las impresiones de aquel viaje fueron recogidas ese mismo año en el libro "Notas de América".


Portada del libro Notas de América de Charles Dickens
No había vuelto a leer a Dickens desde los quince años. Después, las películas ocuparon el lugar de sus libros y di a Dickens por leído como si solo fuera un autor de cuentos juveniles. El regalo del recién editado "Notas de América" me ha hecho volver a admirar su sutil, genial y británica ironía. Desde luego no es una guía turística de los Estados Unidos. El autor va tomando notas durante su viaje, comparando lo que ve con las instituciones y la forma de vida de la Inglaterra que ha dejado atrás. Puede que las descripciones que hace con intenciones sólidas no hayan aguantado bien el paso del tiempo, pero sus comentarios frívolos o la broma que aparece en medio de una concienzuda exposición -y que te hace sonreír mientras lees- se te quedan grabadas para siempre.
En este texto, el autor describe la bárbara costumbre, tan extendida en la América de aquel tiempo, de mascar y escupir tabaco:

"...Me sorprendió observar que ni los veteranos mascadores de gran experiencia tienen siempre buena puntería, y esto me ha predispuesto bastante a dudar de la habilidad general con el rifle, de la que tanto hemos oído hablar en Inglaterra. Vinieron a invitarme unos caballeros que, en el transcurso de la conversación, erraron de continuo el tiro a cinco pasos de la escupidera; y uno de ellos, que sin duda era corto de vista, confundió, a tres pasos, el marco de la ventana con la ventana abierta. En otra ocasión en que salí a cenar fuera, estaba sentado con dos damas y algunos caballeros alrededor de una chimenea antes de comer, y uno de los miembros del grupo se quedó corto seis veces al escupir hacia el hogar. No obstante, me inclino a pensar que esto ocurrió porque no apuntaba a dicho sitio, ya que delante del guardafuegos había un solado de mármol blanco que resultaba más adecuado, y que tal vez sirviera mejor a su propósito."
Pag. 186 de "Notas de América" Ediciones B.S.A. 2012. Trad.: Beatriz Iglesias


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