(TRAMO ANTERIOR: CAMINO DEL NORTE: De Buelna a Oviedo)
Aviles es una ciudad viva, pero esto se ve, sobre todo, en el puerto.
Paseando por sus muelles reconoces todavía el pasado y el presente de esta localidad tan condicionada por la industria. El 24 de Septiembre de 1957 se encendía el primer alto horno de Ensidesa, hecho que transformó lo que hasta entonces era una pequeña y apacible villa marinera en una ciudad industrial de primer orden. A partir de los 80, con el declive de la industria siderometalúgica, llegaron los planes de reconversión para Aviles en medio de una gran agitación social. En 1998 se apagaron los altos hornos.
Hoy en día, ya de la mano de ArcelorMittal Asturias, la siderurgia sigue siendo la clave de la economía local y regional.
Inexplicablemente, el paseo por la ría (la avenida Conde de Guadalhorce), que se inicia a la altura del Centro Niemeyer, se encuentra cortado en la zona del Poblado de Llaranes, impidiéndote todo contacto con el puerto. Como estaba abierta la cancela, me colé y pude dar un bello e ilustrativo paseo por el estuario natural que forma esta ría. Lo recomiendo.
Para pasar la noche de mi llegada, había reservado habitación en el Hostal Puente Azud con buena relación calidad - precio (25 €. habitación exterior).
También comí un buen menú del día en la terraza del Restaurante La Darsena: sencillo, bien presentado y con excelente materia prima. Por la tarde, un paseo por el casco antiguo y el puerto para entrever la ciudad.
El interior de Avilés es una explosión de color. Desde el año 2004, el plan de restauración de fachadas lo ha transformado. Mientras caminas, te sale al paso la Iglesia Vieja de Xabugo, el Parque de Ferrera, las preciosas casas indianas o las portaladas de la Calle Galiana... un placer.
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A la mañana siguiente, salida de Avilés al amanecer por la Calle Ferrería con una buena subida hacia el alto de San Cristobal. La primera sorpresa que me encuentro es que el camino oficial ya no pasa por la localidad de Salinas, sino que se desvía –a la altura del Campo del Conde– hacia Coto Carcedo. Durante más de 2 km. tenemos que caminar por una carretera, la AS-320, sin arcén y con elevado tráfico. Baste la foto de abajo para hacerse una idea de lo que supone. Supongo que intentan, con este trazado, volver al antiguo camino por el concejo de Castrillón que es por el que, mal que bien, ahora se camina.
Se llega a la localidad de Piedras Blancas por un laberinto de tramos de carretera alternando con pista forestal. La crucé, no sin antes pararme a desayunar, y ascendí hacia el Barrio de La Cruz donde hay una buena panorámica en su área de descanso.
Pasado Piedras Blancas, el Camino remonta la Sierra del Cordel –por el antiguo Real Camino de Castrillón– hacia la localidad de Santiago del Monte. Antes hay que pasar el regato de La Ferrería y la Capilla de Los Remedios. Podemos calmar la sed en la fuente-lavadero que hay un poco antes de llegar a ella.
Abandonando el concejo de Castrillón, pasamos al de Soto del Barco entrando en un bosque de eucalíptos y dejando unas balsas a la izquierda. Coronamos el Monte La Granda y descendemos contemplando, entre los claros del bosque, la ría del Nalón con el puerto de San Esteban del Mar al fondo. Hay alguna señal confusa en esta bajada. Recomiendo llevar el track de la etapa.
Al llegar al pueblo de El Castillo y después de cruzar la carretera (SB3), hay que subir por un estrecho camino junto a una pasarela y, una vez arriba, prestar atención a las señales que siguen por la izquierda. Yo no las ví y me fui a la derecha, hacia la Torre de San Martín, descendiendo por una empinada calle hacia la ría. No me arrepiento aunque después tuve que volver a subir al ver que no tenía salida. Terminaba en una especie de puertecillo a orillas del Nalón y junto a las murallas del castillo. Allí pasé un buen rato mientras me comía el bocadillo.
Pequeño embarcadero en la Ría del Nalón. El Castillo. |
De nuevo en la Calle del Peregrino, se continúa hacia el Sur con espectaculares vistas sobre la Ría. Gran momento.
Después de atravesar el pueblecillo de Soto del Barco, me esperaba el peor momento de la etapa: el cruce de la Ría del Nalón por el Puente de La Portilla que coincide con la N-632. Han dejado tan estrecho el paso de transeuntes que, junto a la escasa elevación de la barandilla, te tienes que encomendar al apostol para cruzarlo.
Aunque todo es empeorable... como comprobaría unos días después al atravesar el Puente dos Santos sobre el Río Eo, del que hablaremos en su momento.
Desde la localidad de Muros de Nalón no se ve el mar... ni la ría. El albergue se encuentra junto a la Iglesia de Santa María, pero yo tenía reserva en la parte de arriba de Muros, más cerca de la costa... en el acogedor Hotel Playa de las Llanas. Tampoco desde sus confortables habitaciones se ve el mar pero, dando un corto paseo de un par de kilómetros, te puedes acercar a la Ruta de Los Miradores y darte un gustazo. Tengo que recomendar el menú del día de Casa Zoilo. Se encuentra al otro lado de la carretera (N-632), pero no hay que perdérselo: pote de repollo con sus carnes, atún encebollado y un exquisito -y cremoso- requesón por 12 €.
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