León… por fin. Cuánta vida, cuántos kilómetros deseando ver su catedral!. Santiago tiene mucho prestigio, pero yo, sobre todo, quería llegar a León.
Salimos de Mansilla por su famoso puente medieval. Esta iba a ser otra etapa de carretera, aunque bastante corta. El primer pueblo que cruzamos fué Villamoros de Mansilla. A unos dos kilómetros nos encontramos con el puente de Villarente, sobre el río Porma. Me senté e intenté dibujar sus 16 ojos (¡y todos distintos!)... una tarea casi imposible, pero que lo dejó grabado en mi memoria como uno de los puentes más hermosos del Camino.
Después de pasar por Villarente y Valdelafuente, llegamos al alto del Portillo desde donde se divisa ya León. Entramos en la ciudad por el barrio de Puente Castro. Cruzamos el río Torio y nos adentramos en el barrio de Santa Ana. Después se camina por las calles de Barahona y Puerta Moneda, Plaza del Mercado, Rúa, Plaza de San Marcelo y calle Ancha... y desde aquí a la Plaza de Regla, donde casi caigo de rodillas al ver la "Pulchra leonina": la Catedrál de León.Su altura es impresionante. Su estructura es tan fina, que te preguntas como puede sostenerse. Pero lo mejor está dentro. Dicen de ella que alcanza el "summum lumínico" de todas las catedrales y que supera incluso a las francesas. Estuvimos dentro un par de horas largas... no había quien nos hiciese salir de allí.
Llegando a León |
Vidrieras de la Catedral de León |
Nuestra reserva –después de mucho google– había sido en un viejo hotel de la ciudad, céntrico pero algo "casposo": el Hotel Quindos, en la Gran Vía de San Marcos.
Lo elegimos porque pensamos que, por su situación, tendría vistas al
Convento de San Marcos... y las tenía, pero por los 40 € de la
habitación sencilla, solo daban vistas al patio interior.
Después de comer divinamente –en esto tuvimos más suerte– en un restaurante cercano al hotel, del que no anoté el nombre, nos dedicamos a callejear por la ciudad.
No perderse la Basílica de San Isidoro, Casa Botines y la Plaza Mayor.
A la hora de tapear, te encuentras en una de las mejores ciudades de España para hacerlo: el "barrio húmedo" de León, es un lugar que recomiendo a todo buen peregrino que se precie de ello.
Después de comer divinamente –en esto tuvimos más suerte– en un restaurante cercano al hotel, del que no anoté el nombre, nos dedicamos a callejear por la ciudad.
No perderse la Basílica de San Isidoro, Casa Botines y la Plaza Mayor.
A la hora de tapear, te encuentras en una de las mejores ciudades de España para hacerlo: el "barrio húmedo" de León, es un lugar que recomiendo a todo buen peregrino que se precie de ello.
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