(ENTRADA ANTERIOR: Carcassonne - Las Tours - Montolieu)
En el segundo circuito que hicimos desde Carcassonne llegamos hasta Foix. Y de vuelta visitamos los castillos de Roquefeixade y Puivert. Son unos 150 Km. fáciles en los que recorres la D-119 en la ida y la D-118 de vuelta.
Hay demasiados lugares que ver en Francia. Imposible detenerse en todos. Nosotros paramos en Vals, para ver su Iglesia rupestre -de la que nos habían hablado muy bien- pero no pudimos visitar Mirepoix.
Atravesar la mole de roca que abre la Iglesia de Vals es como traspasar a otro tiempo. Subes los primeros escalones y te das de bruces con la puerta principal que, ojo!, se abre con un resorte. Se entra sobre el nivel inferior de esta iglesia que cuenta con 3 alturas. Al fondo, en la bóveda, unos frescos románicos estupendamente conservados y -según dicen- todavía con sus colores originales, nos dejan con la boca abierta. Permanecimos allí sentados un buen rato, solos y sin ganas de salir al calor de los primeros días de Septiembre. En la parte de arriba, al final de su imponente torre, nos esperaba una terraza desde donde se divisaban los alrededores. Gran momento.
A pocos kilómetros de Vals, ya por carretera nacional y autovía, se encuentra Foix, el principal bastión de los cataros en el sur de Francia. Le teníamos ganas desde hacía años por todas sus leyendas y su pasado de esplendor. Y ahí estaba el castillo que resistió a Simón de Monfort, destacando en el cielo con sus tres torres, a 60 m. de altura sobre la ciudad de Foix. https://castillosdefrancia.com/castillo-de-foix/
El castillo presenta un estado de conservación excelente a pesar de que las dos torres cuadradas son del siglo XII. En el interior, una acertada restauración del famoso arquitecto francés e historiador Viollet-le-Duc que, en el S. XIX, trató de devolver al castillo su aspecto medieval.
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| Sillería del coro de la Iglesia de Saint Volusien |
Llama la atención, durante la subida, las numerosas grutas que guarda la gran mole que sostiene el castillo. El serpenteante ascenso nos regala también unas estupendas vistas sobre el río, el pueblo y los Pirineos que se distinguen a lo lejos. Recomiendo llevar agua y comida para perderse sin tiempo por el castillo. Hay unos rincones muy a propósito para sentarse y echar un bocado.
Ya de bajada, es un placer recorrer sus callejuelas, siempre bajo la omnipresente mirada de las torres del castillo. No irse sin visitar la Iglesia de Saint Volusien de Foix y recrear la mirada desde los puentes que atraviesan el río Ariedge.
Queda muy poco de su pasado como fortaleza militar, Luis XIII mandó destruirlo en el siglo XVII alegando que estas fortalezas eran muy caras de mantener. Aún así merece la pena subir... las vistas son increíbles.
Continuando por la D-118, a unos 30 Km. de Roquefeixade y situado sobre la colina de Quercob, nos encontramos con el famoso castillo de Puivert. En él se rodaron escenas de "La novena puerta" de Roman Polanski. Aunque la película es olvidable, el castillo, la banda sonora y la protagonista la salvan.
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| La entrada al castillo de Puivert en una escena de la película |
El castillo perteneció en el siglo XII a la familia Congost. Posteriormente Thomas de Bruyere lo amplía y embellece (su escudo es el que corona la entrada al castillo). No es una fortaleza medieval como otros castillos cátaros. Más bien parece un lugar de recreo y así cuentan que fue, pues a él acudían trovadores de toda Francia y se hacían concursos bajo el mecenazgo de los señores. De hecho, lo más interesante del interior del castillo es la Sala de los Músicos, considerada una joya del patrimonio francés.
Las leyendas sobre el lago de Puivert son muchas y muy bellas. Entre todas ellas la de la Dama Blanca, que te empuja a recorrer sus orillas mientras atardece. Pero no lo hicimos: la tienda del castillo -una de las mejores que he visto- nos retuvo demasiado tiempo y se nos echo encima la hora de volver a Carcassonne para pasar en ella nuestra última noche. En el próximo viaje.
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