Mis botas en un descanso del camino

Estambul: el placer de la amargura

12 dic 2019



Portada del libro Estambul, ciudad y recuerdos de Orhan Pamuk.
Fotografía de Orhan Pamuk paseando por una calle de Estambul
Orhan Pamuk en Estambul (Fotoarena)

No había leído nada de O. Pamuk.
En la librería, lo primero que me atrajo fue la hermosa foto de la portada ¡Estambul!. Después leí el nombre del autor, todavía desconocido para mí, y la nota convenientemente colocada antes del nombre: "Premio Nobel de Literatura". Lo ojeé pensando que algún día aquel libro me podría acompañar hasta las puertas del Bósforo. Cuatrocientas páginas y un montón de fotografías en blanco y negro de la ciudad. ¿Qué más se podía pedir?...


El comienzo del libro, con la lectura de los recuerdos de un Pamuk niño -semejantes a los de cualquier otro niño de la burguesía-, me pareció poco interesante... casi se me cae de las manos. Pero, en las siguientes páginas, el Estambúl enorme, histórico y descuidado -como define Orhan a su ciudad- fue tomando forma a través de los relatos de aquellos viajeros del romanticismo que lo descubrieron: Gautier, Flaubert, Nerval...

"Gautier bajó a la orilla del Cuerno de Oro por la colina de Gálata tras salir de su hotel en lo que hoy es Beyoǧlu y después de cruzar el puente de Gálata de 1853, al que llama "un puente hecho de barcas", se dirige con su guía francés hacia Unkapani, hacia el noroeste, en dirección a los barrios de la ciudad y lo expresa con gran fuerza diciendo: "Nos sumergimos en el laberinto". Escribe también que según se alejaban iban quedándose más solos y que les seguían perros que gruñían. Cada vez que leo cómo se encuentran con casas de madera ruinosas con la pintura desconchada y con las tablas ennegrecidas, con fuentes secas que se caían a pedazos y con mausoleos descuidados cuyos techos se desplomaban, pienso que hace cien años aquellos sitios eran exactamente iguales a los que veíamos cuando salíamos de paseo en coche con mi padre, exceptuando el adoquinado del suelo. A Gautier, como a mí, le llamaron la atención las ruinosas casas de madera de fachada oscura, los muros de piedra, las calles vacías y los cipreses que completaban los cementerios simplemente porque le parecían bellos. Le agotó aquel espectáculo que yo también vería cien años después, cuando en mis años de juventud paseara a solas por los barrios pobres y sin occidentalizar de la ciudad –y de cuya desaparición en un período de treinta años a causa de incendios y cemento sería dolorosamente testigo–, pero continuó avanzando "de una calle a otra, de una plaza a la siguiente". La llamada a la oración le pareció que en aquel barrio, como a mí me ocurría en mi niñez, se dirigía a las casas "ciegas, sordas y mudas que se hundían por sí solas en silencio". Contempló con un sentido del tiempo muy adecuado al paisaje a los escasos viandantes, a una anciana, una lagartija que desapareció entre las piedras y a un par de niños que tiraban piedras a la pila de una fuente seca que le pareció surgida de una acuarela de Du Camp, que había venido a Estambul dos años antes con Flaubert. Cuando sintió hambre, se dio cuenta de la escasez de casas de comidas y tiendas de la otra ribera y comió los frutos que pudo arrancar de las moreras que todavía en mi niñez, y aún ahora, cuando escribo esto ciento cincuenta años después y a pesar de todo el cemento, dan colorido a esas calles. Prestó la misma atención a la parte viva de la ciudad, a pesar de estar en ruinas, y a la vida de barrio de Samatya, el distrito de los rumíes, y en Balat, el de los judíos, al que llamó "el gueto de la ciudad" (...)

Después de la caída del Imperio Otomano (1922) y de la proclamación de la república de Turquía por Mustafá Kemal -Atatürk- en 1923, se inician toda una serie de reformas encaminadas a europeizar Turquía. Pamuk recorre los años posteriores de la mano de cuatro autores que "poetizan la amargura que produce la sensación de pérdida": Tanpinar el novelista, el poeta Yaya Kemal, Sinasi Hisar escritor de memorias y, por último, el historiador Resat Ekrem Koçu, un personaje amargo y obsesivo que dedicó treinta años a su "Enciclopedia de Estambul" y al que Orhan describe de forma entrañable:

Fotografía nocturna en blanco y negro de Ara Güler de un barrio de Estambul


"Reșat Ekrem Koçu es uno de esos espíritus especiales a los que a ciudad les hirió con su amargura a principios del siglo xx y que crearon una imagen de la ciudad triste pero incompleta. La amargura fue lo que determino toda su vida, lo que forjó la lógica oculta de su obra y lo que configuró su visión de la vida y su última derrota: pero, al contrario de lo que ocurre con otros autores parecidos, ese sentimiento no es algo que se note especialmente en sus libros y escritos ni que estimule a meditar en exceso. Por eso, al intentar comprender la amargura de Koçu, puede resultar erróneo decir de entrada que ese sentimiento era algo que le venía de la Historia, de su familia y, por supuesto y sobre todo, de Estambul. Porque, como todos los personajes sensibles a los que ha herido la ciudad, Reșat Ekrem Koçu consideraba la amargura, si es que se puede hablar de tal cosa, como algo innato, que le venía de nacimiento y que condicionaba su propio ser. Pensaba que aquel sentimiento de introversión, aquel aceptar la derrota ante la vida, no se lo había contagiado Estambul; al contrario, encontraba su único consuelo en la ciudad"





A estas alturas del libro -página 182- mi entrega era ya total. Levantarme por las mañanas sabiendo que me esperaba su lectura (lo devoré) fue, hasta el final, lo mejor de aquellos días.
Dicen que leer a Pamuk no es facil. No sucede así con "Estambul", que va creciendo en interés conforme avanzan los recuerdos, las descripciones, la historia de la ciudad que llena el libro. Los grabados de Melling y las fotografías de Ara Güler, que la muestran antes y después de la caída, ayudan a crear esa atmósfera de tristeza placentera que parece impregnar todo el relato.

Leyéndolo he hecho mía la ciudad. No se si quiero comprobar si lo que espero de Estambul es la realidad.


Mapa de Estambul donde se señalan los lugares de referencia del libro de Orhan Pamuk
Los barrios que Pamuk cita en su libro





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