(ETAPA ANTERIOR: CAMINO PRIMITIVO: De Pola de Allande a La Mesa)
Se sale de La Mesa en dirección al Alto de Buspol con una larga subida por carretera. Como casi siempre: niebla que nos impide ver el Valle de Carbayino y las Sierras del Palo que deben quedar a la izquierda; y el ruido constante de los aerogeneradores que apenas se ven.
Vistas de La Mesa en el ascenso hacia el Alto de Buspol |
La bajada de Buspol se hace siguiendo la carretera, siempre de frente a pesar del cartel de aviso que nos encontramos a mano izquierda y que aconseja un desvío provisional para evitar la zona de incendio del 2017. Actualmente ya es posible utilizar el camino oficial, pero el cartel sigue ahí.
Antes de llegar a Buspol nos desvíamos de la carretera e iniciamos la bajada al gran embalse del Río Navia. Un estrecho sendero nos lleva hasta la Capilla de Santa María de Buspol, donde antes se encontraba el antiguo hospital de peregrinos.
Mirando desde donde nos encontramos, vemos el embalse en lo hondo y, a su derecha, Grandas de Salime. Parece que lo tenemos cerca... pero es tan solo un efecto optico que va a endurecer el largo y bello descenso hasta el Navia y la posterior subida hasta Grandas. En total nos quedan 12 kilómetros y medio.
Inicio de la bajada desde Buspol. Al fondo el embalse y Grandas de Salime. |
Nos esperan 800 m. de desnivel y casi 3 horas de bajada hasta el muro de contención del embalse. Hay que tomárselo con calma y disfrutar de las mágnificas vistas que cambian de una curva a otra del camino. El tramo final es un estrecho sendero entre castaños, helechos y arbustos que bordea las laderas rocosas y húmedas que caen hacia el Navia.
Continuamos por la AS-14, cruzando el Muro de Salime, sin dejar de admirar la excepcional obra de ingeniería que la pared supone. Si tenemos tiempo, hay visitas guiadas que hay que concertar previamente. La carretera sube con las huertas y edificios abandonados del antiguo asentamiento de Vistalegre a la derecha y el abismo de la presa a la izquierda. En un alto nos topamos con el Hotel Las Grandas, que cuenta con albergue. La terraza, con un magnífico mirador, es un lugar estupendo para descansar. Seguimos subiendo por la carretera que ya no se abandona (aunque se puede tomar un sendero en lós últimos 2 kilómetros) hasta Grandas de Salime. Antes pasaremos por un nuevo mirador aprovechando un saliente rocoso. Frente a él vemos el zigzag de la bajada de Buspol grabado en la falda de la montaña.
Desde este portón baja la carretera que va a la central eléctrica. Hay visitas guíadas concertadas para visitar el complejo. |
Cultivos de parras en la ladera |
Vistas desde el mirador. El pueblo abandonado de Vistalegre a la izquierda |
Desde el mirador se ve la tremenda bajada que hemos hecho desde Buspol |
Entramos en los bosques de las laderas de Las Campas que, a trechos, dejan entrever el embalse. Aunque son varios kilómetros de asfalto pegados al quitamiedos de una carretera sin arcenes (de vez en cuando un pequeño tramo de sendero paralelo), en ningún momento se deja de admirar las paredes de roca incrustadas de yedra y líquenes y los bosques de pinos cayendo hacia los abismos.
A tan solo kilómetro y medio de Grandas, abandonamos la AS-14 por un estrecho y empinado sendero a la izquierda. Es tan tupido el recorrido que no se consigue ver el ansiado pueblo hasta que no vuelves a salir a la carretera y te encuentras con las primeras casas.
Si hemos decidido pernoctar en Grandas, cuentan que no hay que perderse su museo etnográfico. Tiene además 3 albergues y un par de restaurantes con menú del día. Yo probé el menú del Bar A Reigada (10 €.) que me dejó más que satisfecha.
Colegiata de Grandas de Salime |
Ermita de Castro. Asturias. |
Había reservado habitación en el Chao de San Martín, el único lugar que hay para pernoctar a parte del albergue. La habitación –sin desayuno– cómoda y limpia (40 €.). Por la noche, una tortilla francesa y vino tinto del lugar (8 €).
No hay mucho que ver en Castro –solo media docena de casas y el albergue–, pero es paseable.
No hay mucho que ver en Castro –solo media docena de casas y el albergue–, pero es paseable.
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